Nosotras éramos las rudas, las olorosas, las desgastadas. Llegaba el domingo por la noche y nos sacaban, aventándonos al borde de la cama para darnos apenas una sacudida de polvo, luego de estar encerradas dos días. Entonces los encerraban a ellos. Pero durante el fin de semana les iba mejor (o eso creíamos), les daban una manita de gato desde el viernes, los hacían verse muy bien y los sacaban a pasear. ¡Claro! Ellos eran los de dominguera. En cambio para nosotras no existía algo como luneasear, miercolesear o viernesear. Éramos sencillamente las de la chamba, las de la negreada, las de la chinga, en fin las del diario.....
Llegábamos cansadas y como no estar apestosas, si el talco surte efecto hasta unas horas del mediodía. Los días que estaba húmedo, llegábamos manchadas de lodo, pero ella ni siquiera nos pasaba un trapo. Apenas y nos removía un poco las tecatas de tierra. Con nosotras no importaba el aspecto. Pero ahí andábamos, siempre activas, leales a nuestra naturaleza. Nos tocaba de todo: golpes, pisotones, chorros de agua, pintura y mucho lodo…pero siempre fuimos muy resistentes. De vez en cuando nos cambiaban de color para vernos diferentes fuimos blancas, rojas negras creo que hasta moradas pero fuera de ello estábamos provistas de una piel muy aguantadora.....
A eso nos moldeo el trabajo, y dimos bien el ancho, hasta que llego ese aciago día de la ruta distinta, del largo viaje y todo lo que vino después. Era domingo, por lo que nos extraño que nos sacaran en medio de la madrugada, nos calzaran muy bien y saliéramos a la calle. Subimos al autobús, como era costumbre en la semana (quizá salíamos hacia el trabajo por alguna razón en especial). Pero de pronto, bajamos en una parada distinta y esperamos ahí para subir enseguida a otro autobús que nos llevo en unos minutos a un lugar desconocido.....
En el suelo había algunos charcos, aun no amanecía. Subimos a un nuevo autobús, el piso era muy suave y hacíamos un ruido diferente al pisar. Y nos quedamos ahí un rato. Se hizo de noche y volvimos a bajar en otro lugar, donde ahora el suelo era más oscuro. Se sentía mas caliente que de costumbre. Estábamos paseando, era claro. Íbamos a prisa y no falto un pisotón de vez en cuando. Ahora comenzaba a ver muchos otros pares como nosotras, pero de color blanco. ¡Que raro que no los trajeran a ellos! Hubiera estado bien que así fuera, porque francamente dominguera comenzaba a resultar aburrido. A lo mejor los otros venían guardados en otra parte y, cuando llegara la hora de pasear por otro lado, nos encerrarían a nosotras. Pero no. Subimos a otro autobús, similar al anterior, y ahí pasamos más de una noche. En el nuevo trasporte casi no se sentía el calor, por el contrario, nuestra piel comenzó a enfriarse; y es que nosotras no estábamos acostumbradas a pasar la noche fuera de la recamara. Bajamos en plena obscuridad, el corría sin parar, el suelo era distinto, arenosos espeso, frio. Corríamos con ella, brincábamos charcos, no pudimos evitar entrar en algunos. Luego nos detuvimos. Paso a lo mucho una media hora, pero su sudor nos empapaba como si hubiera pasado siete horas de trabajo.....
Nuevamente un autobús donde permanecimos por horas. Desapareció el sudor. Ella durmió, sus pies se sentían relajados en nuestra piel. Finalmente, llegamos a algún sitio en la mañana. Esa noche descansamos sobre un piso distinto, pero ahora estábamos más sucias que nunca, ella nos abandono por horas que parecían días enteros....
Seguramente ya era martes cuando salimos a hacer lo que hacíamos normalmente. Había maquinas, como antes. Pero este piso donde comenzamos a estar por las mañanas era también distinto: muy brilloso, y hasta lo ensuciábamos un poco cuando pasábamos sobre el. Finalmente, llego el sábado. ¿Seria que aquí saldríamos a dominguear? ¿Seria mejor que el domingo pasado? Al menos esta ocasión, sabadeamos. Pero no nos duro mucho el gusto. Era todavía de mañana cuando entramos a un lugar acolchonado, y fue aquí donde aparecieron ellas, las otras. Las sacaron de una caja, no podemos negar que no impresionaron. Muy jóvenes, su piel apenas si se había lastimado por el roce con el papel de la caja. Eran oscuras igual que nosotros, pero con suela amarilla. Cuando nos descalzaron y las calzaron a ellas, distinguimos en su suela unas figuras en negro Dr Martens Boots. Quien sabe en que momento nos encerraron en una bolsa. Nos sentíamos la una contra otra, como cuando nos arrumbaban con todos los demás en un rincón. Ya es de noche, nos sacaron de esa bolsa. Estuvimos en el exterior unos minutos.....
Lo demás, es difícil recordarlo…paso tan rápido. Comenzó a caer agua, luego algo de hielo blancuzco que se quedaba sobre nosotras. Nuestra piel se comenzaba a endurecer, hacia mucho frio y estábamos muy sucias. Era raro estar ahí…creímos que al día siguiente nos iríamos. Pero muy temprano por la mañana salieron las otras ya calzadas, y nosotras todavía teníamos unas gotas de agua sobre nuestra piel as lastimada que nunca, dura y fría. Nos resignamos al abandono…hasta que en un momento pareció el viejo de mocasines desgastados con un carrito lleno de ropa y, ajustado a una canasta de fierro, un pequeño objeto cuadrado del cual salía una voz diciendo cosas en esa extra forma de hablar de los días recientes: Snowstorms are expected for the whole week in the London area....
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